09 Ene Ramón Ledesma: «Ser ministro es fácil, lo difícil es ser autónomo»
NUEVO GRAFFITI CON… RAMÓN LEDESMA
Esta entrevista va de cómo crear proyectos de interés general. Perdón por el spoiler.
Su paso por la DGT fue el trabajo de su vida, reconoce.
Hoy comparte su expertise en movilidad tanto con la Administración como con empresas. A los primeros, les aporta datos y propuestas, a los segundos, herramientas.
Es asesor de PONS Mobility y, desde la sensatez y sobriedad que le caracterizan, demuestra que hay muchos tipos de liderazgo.
Dice El Mundo que salvaste 40.000 vidas entre 2006 y 2016. Y eso sin ser médico. ¡Qué responsabilidad! ¿No?
Ese titular se hizo a los diez años de la puesta en marcha del permiso por puntos, que fue un proyecto que, como país, ha funcionado bastante bien. En ese proyecto se implicó a mucha gente y la sociedad civil lo aceptó. Gracias a eso, hoy corremos menos, no bebemos si conducimos, nos ponemos el cinturón y se han evitado muchas muertes, sí. No sé si 40.000, pero funcionar funcionó. Ya lo habían aplicado otros países como Francia o Reino Unido que, con su experiencia, nos ayudaron a evitar los problemas que ellos tuvieron durante sus procesos de implantación.
¿Es cierto que el carné por puntos disparó el consumo de cerveza sin alcohol?
Es totalmente cierto. En España, a medida que bajaba el número de fallecidos bebíamos menos en carretera. Pasamos de 5 a 1,8 positivos en los controles de alcoholemia. Se disparó el consumo de cerveza sin alcohol y llegamos a ver que el 14% de la cerveza que se consumía era sin alcohol. De hecho, llegamos a ser el primer o segundo país del mundo con más consumo de cerveza sin alcohol.
Haber sido subdirector general en la DGT… ¿te da otra visión del mundo de la empresa y de la Administración?
Aquel trabajo que me tocó hacer entre 2004 y 2012 como subdirector del sistema jurídico de gestión del tráfico fue el trabajo de mi vida. No puedes tener mayor suerte que trabajar en una portación para los ciudadanos como aquella, que permitió que dejáramos de matarnos tanto y que los trámites fueran más sencillos. No existe nada igual: hacer cosas que benefician a toda la sociedad.
¿Qué le falta o qué le sobra a la Administración hoy en día para mejorar su funcionamiento?
La Administración de este país se diseñó al entrar en la democracia, pero no ha sido capaz de evolucionar como modelo desde entonces. Seguimos hablando de mi competencia, en vez de mi proyecto. Nos ceñimos demasiado a la parte jurídica y el procedimiento es demasiado rígido. Si esto no lo superemos, la Administración se va a ir quedando atrás y no debería ser así, porque el sector público debe de ser muy útil para la sociedad.
A veces, has sido bastante crítico con la Administración y con las políticas de movilidad. ¿Te ha pasado factura la sinceridad?
La crítica siempre que sea razonable y explicada con educación y argumentario es un deber. Si algo no ha funcionado, explícalo. Siempre, insisto, de manera correcta. Soy poco partidario de personalizar las cosas. El proyecto funcionó o no funcionó. Aquí lo que hacemos muchas veces es que si no funcionó insultamos a la persona y no es así. Hay que explicar por qué no ha funcionado y si a alguien le ha ofendido no era la intención. Sólo es decir aquello que no funciona para mejorar.
¿Y te preocupa que alguien se haya ofendido o se haya dejado de ofender?
Cada vez menos.
¿Cómo se gestiona a nivel interno pasar de tener el poder del BOE a dejar de tenerlo?
Es duro, porque el teléfono deja de sonar. El responsable público, da igual lo que haga, tiene una vida 24/7, es decir, está siempre operativo y presente. Todo el mundo lo necesita para algo. Pero cuando dejas de serlo ya no te necesita nadie y el teléfono deja de sonar. Ahí es donde tienes que ser más fuerte, saber quiénes son tus verdaderos amigos. Yo, afortunadamente, no he tenido ese problema y, aunque tienes tus vacíos, te acostumbras. También es cierto que, luego, el modo autónomo también tiene sus ventajas.
¿Te mides a la hora de volcarte en el trabajo?
No. Tengo un problema con eso. Soy un apasionado de los proyectos, de lo que hago, de poner en marcha iniciativas. Ahora estoy descubriendo lo que es ser autónomo, la micropyme. Para mí, tienen mucho valor: empiezo a entender lo que es luchar contra el sistema. Ser ministro es fácil, lo que es difícil es ser autónomo, montar una empresa y salir adelante. No somos conscientes de lo que es ser autónomo en este país.
Eres consultor, pero también tienes otros proyectos empresariales como una tienda online. ¿Con qué lecciones te quedas de tus distintos emprendimientos?
Con que en este país tenemos un problema de educación financiera. Desde pequeños no nos han enseñado cómo funciona la empresa. Tienes que medir qué ingresos, qué gastos y qué beneficios va a haber para sacar adelante un negocio. Hemos trabajado muy bien las cuestiones más relacionadas con el Derecho, pero no las de ayudar a la gente a que monte su proyecto, su negocio. Ahí hay un agujero y es porque no tenemos una educación financiera.
¿Es posible sentirse realizado en un trabajo?
Para mí eso lo es todo y es lo que inculco a mis hijos. En tu trabajo, en lo que hagas, que seas feliz. Que te sustente económicamente, por su puesto, pero que vayas por las mañanas a hacer cosas que te diviertan.
¿Qué requisitos debe tener un trabajo para que te llene?
Que sea una idea nueva. Innovar. Que lo que se haga dé una solución, que sea algo útil. Y que la gente que tenga alrededor sea gente sana. Si no tiene eso, me escapo.
¿Qué dirías que es lo más valioso que has aprendido en tu carrera?
A escuchar para decidir, porque creo que no escuchamos.
Dicen que los buenos profesionales jamás abandonan una buena idea…
Es verdad. Cuando tienes algo en la cabeza y sabes que es así, de una manera A, B o C talas el árbol hasta llegar adonde quieres. También tienes que saber digerir lo que no sale bien para atacarlo de otro modo.
Robin Sharma en el libro “El líder que no tenía cargo” explica que todos los días, antes de entrar al trabajo, los líderes sin cargo dejan su ego en la puerta.
Somos seres humanos, los egos y prejuicios los llevamos siempre con nosotros. Otra cosa es que los graduemos. El ego duele y eso lo tienes que llevar trabajado internamente. Lo que te han enseñado en casa es básico, qué es importante y qué no, y de ahí pueden salir los principales líderes o los principales desastres.
Si hablamos de movilidad, ¿no crees que el exceso de un marketing barato en las políticas e iniciativas de movilidad les ha restado credibilidad y hace que estemos todos muy perdidos?
Sí, absolutamente. Hemos matado el concepto y lo hemos dejado en nada con una cierta irresponsabilidad. También porque la palabra movilidad ha aparecido hace apenas siete u ocho años en nuestro país. El primer Ministerio de Movilidad es de la anterior legislatura, no existía hasta ese momento, que solo se hablaba de tráfico, circulación… Ahora hemos descubierto la movilidad y nos hemos pasado dándole vueltas. Todos somos seguros y sostenibles. Esperemos que, poco a poco, se vayan consiguiendo objetivos.
¿Cómo afecta la nueva ley de Movilidad a la distribución urbana de mercancías?
Es una ley suave, no toma grandes decisiones porque el grueso de la gestión de la movilidad se da en el ámbito local. No es la panacea, pero debería dar cobertura a varias cosas que nos faltan. Por ejemplo, hay un debate que debemos hacer y que, aunque lo aplacemos, acabará llegando: el pago por el uso de las infraestructuras, porque las infraestructuras no se pagan solas. Otro tema es el acceso a las ciudades: el 90% del acceso a las ciudades se produce en vehículo privado y con un solo usuario. Desde el punto de vista de la lógica esto no tiene mucho sentido.
¿No te parece un poco surrealista que la gente desconozca qué pasa con la zona de bajas emisiones y si pueden pasar o no con su coche?
Estamos generando cierto lío con este proceso y no tendríamos por qué. En 1992, cuando los coches empezaron a tener la obligación de tener cinturón de seguridad en la parte de atrás, no se estableció que los coches que no lo tuvieran no podrían utilizarse, sino que se favoreció que se fueran extinguiendo poco a poco.
Yo creo que en el tema de los vehículos sin etiqueta se ha forzado demasiado. No podemos hacer que de la noche a la mañana el 40% del parque de coches desaparezca. El nivel de uso es el que es para este tipo de vehículos. Quien necesita y usa mucho un coche tiene uno más moderno.
Tenemos miles de personas mayores con su coche de 20 años que, aunque hacen 4.000 kilómetros al año, ya utilizan el transporte público para todo. En este caso, ¿tienen que cambiar la segunda mayor inversión de su vida sí o sí? Yo creo que no hemos medido bien.
Y luego hay cosas en las que somos pioneros y que poca gente sabe, como que España será el primer país del mundo con todo su parque de vehículos íntegramente conectado en 2026. ¿Puede contarnos en qué consiste esto?
Hacemos las cosas muy bien, pero nos vendemos muy mal. Esta iniciativa surge tras detectar que están creciendo los atropellos a gente que ha parado en una vía de alta capacidad. Para evitarlo, se decidió usar, en lugar de los triángulos, una luz autónoma sobre el coche para que este se vea mejor.
Después, se pensó conectar esa luz también con los sistemas de tráfico, para que, en vez de advertir solo físicamente a los conductores, se les avise electrónicamente uno o dos kilómetro antes a través de sus navegadores o de los paneles de la carretera.
Así, el 1 de enero de 2026 todo el parque de vehículos en España habrá sustituido los triángulos por unas luces conectadas con la Dirección General de Tráfico y seremos el primer país en el mundo en el que absolutamente todos los vehículos, nuevos y antiguos, estén conectados.
Y esto, que es brillante, ¿no se le ha ocurrido a nadie más?
La idea es maravillosa. Y somos pioneros, sí. Algunos países como Luxemburgo o Reino Unido han quitado los triángulos, pero no ponen nada más. Aquí le hemos dado una vuelta y no solo se pondrá una luz física que se vea, sino que es una luz electrónica.
¿Y puede ser más útil todavía a futuro?
Eso es. Llegará el coche autónomo y con ese aviso de luz habrá un automatismo que le haga aminorar la velocidad… Pero para eso aún queda. Lo que estamos haciendo ahora es unir la carretera física a la carretera virtual.
¿A quién cederías el relevo de esta entrevista?
A Jaime Moreno, ex director general de Transporte Terrestre, porque es un gran profesional. Trabajé con él en la DGT cuando él estaba al frente del centro de multas y también allí hizo un gran trabajo.
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