16 May Juan García: «El cambio empieza por uno mismo»
Empezó a fundar empresas con 16 años y lleva siendo consejero de empresa desde los 24. Juan García Sánchez es CEO de Exponentia. También, profesor asociado del IE Business School. Y todo eso con solo 34 años.
La descripción no es mía. La hizo Laura Parra al nominarlo para este Graffiti. Su juventud contrasta con su experiencia y con la profundidad de sus reflexiones.
Cree que, en la vida, vamos a elegir obligatoriamente entre dos tipos de dolores: el del arrepentimiento o el de la disciplina.
Es un firme convencido del largo plazo.
Asegura que es imposible dar a una diana que no has dibujado.
Y recomienda tener claro tanto el para qué como el por qué.
👉 Estoy convencida de que no te dejará inderente.
Eres, según Forbes, uno de los Changemakers de España. ¿Cómo se logra materializar el cambio?
Changemaker es un reconocimiento a nivel personal pero que he tenido la fortuna de recibir gracias a la gente de mi equipo. La mayoría de los seleccionados tenemos en común la tecnología, que es una de las palancas de cambio que más influye en la sociedad. En realidad, para cambiar algo, ten claro que el cambio empieza por uno mismo. Y el cómo se consigue: intentando que otras personas puedan contribuir a cambios significativos que mejoren la sociedad. Esa es la responsabilidad de alguien que quiere cambiar las cosas.
En tu opinión, en las próximas décadas… ¿viviremos en un entorno mejor a nivel económico, social y profesional?
Cien por cien sí. La sociedad, la economía y la salud solo evolucionan de manera positiva. Estamos en el mejor momento de la historia. Pese al Covid, guerras y crisis, a nivel de tendencias macro vamos evolucionando para bien, hacia generar más riqueza, más recursos.
Cada vez hay menos gente pobre, respecto a lo que antes era ser pobre; cada vez tenemos más esperanza de vida, más conocimiento, porque vamos agrupando toda la experiencia pasada y contribuyendo a la evolución de la humanidad. Hay muchos mensajes y realidades grises, pero en conjunto solo avanzamos como sociedad.
Quizás esos mensajes grises tienen su cara positiva.
Seguro, siempre que hay cambios se generan oportunidades. Es cierto que la transformación y evolución requiere a veces de superar realidades dolorosas. Pienso que, pese que a nivel global vamos a ver muchos cambios respecto a lo que tenemos hoy, en general va a ser bueno para las personas. Todos debemos aportar nuestro granito de arena para que sea una realidad. Hay que vivir enfocados en construir una sociedad mejor, un mundo mejor.
La motivación, ¿viene de serie o se cultiva?
Yo soy un motivado de serie, pero por supuesto también que se cultiva. Hay muchos días que, lógicamente, no nos apetece hacer determinadas cosas y ahí entra la parte de responsabilidad y de disciplina. Hace poco me dijeron una frase que me gustó mucho: «En la vida vamos a elegir obligatoriamente entre dos tipos de dolores: el del arrepentimiento o el de la disciplina».
Para mí, la motivación es clave, pero no siempre va a estar ahí ni nos va a empujar. Hay que visualizar metas a largo plazo y construir esfuerzos que, de manera conjunta, generen ese impacto. Hay que mantener una motivación que, cuando no esté, se sostenga por la disciplina. Soy de los que piensa que lo mejor siempre está en el largo plazo.
Fíjate que parece que las satisfacciones y los picos de alegría están en el corto.
Siempre hay picos y valles. Puede haber días pero la diferencia está en el largo recorrido. Puede haber etapas más grises y otra en la que sea totalmente luz. Ambas están bien.
Si pensamos en la vida, todos partimos de un propósito pero lo que nos lleva a alcanzar metas y objetivos a largo plazo es la disciplina, tener buenos hábitos y buenas conductas sostenidos en el tiempo. Cada uno tenemos una felicidad y unas dianas a atacar. La mejor manera de conseguirlo es perseverar guiándonos por esos valores que sirven de brújula.
¿Vivimos y trabajamos en modo automático?
Tenemos cierta tendencia a en ocasiones trabajar en piloto automático. La diferencia es ser capaces de abstraernos y pensar más de manera estratégica y que no nos coma la operativa.
La inercia nos puede distraer, pero tu sabes dónde estás hoy, el punto de partida en base a tus valores, a tu formación y a quién eres. Puedes dibujar una isla de destino y, para llegar a ella pese a las desviaciones imprevistas, la única manera es tener la brújula muy clara. Es imposible dar a una diana que no has dibujado.
¿La pregunta que hay que hacerse para tener cristalino ese largo plazo es el para qué?
Para qué y por qué. El para qué es muy importante en todo, y ser muy conscientes de que la felicidad se compone de varias partes. Para mí, la parte más importante es la familiar, amigos, pareja; tenemos la pata de salud física y mental; la de espiritualidad y meditación; y luego la parte de trabajo. Hay que equilibrar todas las patas. También hay que recordar que es bueno tener todas las patas pero si te quito una, todavía aguantas pero te puede desequilibrar.
Hay que tener cierto balance en todas las patas pero la clave de todo es tener claro para qué y por qué quieres hacer determinadas cosas, y sobre todo, que eso vaya impulsado por los valores. En mi opinión, la toma de decisiones debe ir guiada primero por la ética y luego por la razón. Lo que no es un acción ética no hay que valorarlo, sólo hay que gestionarlo porque la decisión ya estará tomada.
¿Y cómo logras alcanzar ese balance con un ritmo como el que llevas?
(Risas). Llevo un ritmo muy divertido, pero con alegría. Es complicado y ahí siempre hay puntos donde podemos desarrollarnos mejor. Yo sigo aprendiendo, aprendo cada año y de cada experiencia. Especialmente de las retadoras.
Es muy importante ser consciente de las cuatro patas y de cuánto tiempo estás dedicando a cada una. Aunque no siempre es cuestión de tiempo, sino de calidad del tiempo. En mi caso, soy una persona que tengo una carga fuerte de trabajo, porque a veces me tengo que desplazar, pero para mí mi familia es lo más importante y es clave intentar estar los domingos en la paella (soy valenciano), mantener constante contacto y también con mis mejores amigos.
No tengo redes sociales, solo Linkedin, pero las personas importantes para mi tienen mi móvil. Me gusta decir que estoy a un whatsapp de distancia. Con la gente a la que quiero tengo cierta frecuencia de comunicación pero intento buscar vernos en persona y compartir tiempo de calidad.
Habrá momentos… y momentos… ¿no?
Por su puesto. Ahora mismo estoy en una fase de creación, que implica un mayor esfuerzo laboral, pero confío en que esta inversión me lleve a ser mejor padre, mejor amigo, mejor hermano, mejor compañero. Yo estoy intentando cultivar y potenciar las capacidades y obtener herramientas que creo que me van a llevar esa seguir evolucionando constantemente como persona.
¿Los líderes tienen la responsabilidad de delegar méritos y no responsabilidades?
No me puedo posicionar hablando por otros líderes. Una frase que escuché y me gusta es: “No hay que hablar de liderazgo, sino de líderes”. Al final, cada uno somos personas y tenemos un estilo. En mi opinión, creo que es justo delegar los méritos, porque al final sin el equipo no se puede hacer nada grande. Yo todo lo que he hecho en mi vida ha sido gracias a gente.
Hay que reconocer y agradecer desde la humildad, saber que todos somos distintos. Yo creo que es la manera correcta y ética de liderar. Siempre se puede hacer mejor, un líder lo que tiene que hacer es proteger del fuego de fuera para que dentro el equipo esté tranquilo y pueda funcionar.
Eso es la responsabilidad. Sabes que estás cuidando a gente que muchas veces no sabe lo que estás haciendo por ellos, pero por otro lado sabes que estás cambiando las cosas dentro de tus posibilidades y generando un impacto directo empezando por tu zona de influencia.
¿Hay relación entre el talento y el éxito?
Sí, estoy seguro, porque el talento bien trabajado te facilita el éxito. No lo determina porque, al final, es más importante la disciplina y tener buenos hábitos. Cada uno tenemos unos talentos, por ejemplo, un delfín jamás será el mejor trepador. Tenemos que identificar los nuestros, ser realistas en ese proceso y trabajarlos. A cada uno de nosotros nos dan ingredientes para el éxito, pero eso nunca va a ser una garantía.
En la parte profesional he conocido a gente muy brillante que no ha tenido lo que consideramos éxito desde el punto de vista de trabajar sus capacidades, de ejercer un trabajo con impacto y evolucionar. También hay que entender el contexto de esas personas, porque puede ser por circunstancias distintas. En mi opinión, lo que creo que tenemos que hacer cada uno en nuestras posibilidades es desarrollar nuestros talentos por responsabilidad y ponerlos al servicio a los demás siempre que las circunstancias lo permitan.
¿Por qué hay empresas que no te motivan a sacar lo mejor de ti, aunque te den un buen salario?
Porque somos primero corazones y luego cabezas. Si no ves para qué haces las cosas y no te sientes desde el plano personal ni respetado ni realizado, da igual lo que te den. Lo primero es que se nos valore la parte personal. Hay una cosa que me gusta mucho decir “primero lo primero». Somos personas antes que profesionales. Primero familia antes que trabajo.
En ciertos ámbitos debe de haber unos procesos, un estándar y luego tiene que haber cierta gestión con excepción, porque cada persona necesitamos una cosa. El salario es un factor importante pero no es determinante, salvo que tengas una situación de extrema necesidad. En líneas generales, si pensamos en esa motivación hay muchos más vectores claves antes que el salario.
Operativa y estrategia… A veces es complejo el equilibrio.
La clave es pensar con estrategia y no con operativa. A veces estamos tan cerca del árbol que no vemos el bosque. La persona que tenga esa capacidad de visión o liderazgo, lo primero que tiene que hacer es ver cómo ser más eficiente y cómo dar herramientas a los que están en la operativa, que son quienes están muy cerca del árbol.
Es clave es tener una cultura de empresa muy clara, con las reglas de juego, el propósito y los valores para impulsar y servir a la visión, lo cual permite definir vías de potenciar las operaciones.
Eres mentor de diferentes programas formativos y de emprendedores. ¿Cuál es el principal consejo que les transmites?
Más que consejo, es una reflexión. Que tengan una primera capa de autoconocimiento, porque eso impacta en todas las áreas de la persona y, por supuesto, en la laboral. A partir de ahí, empezamos a construir esa visión, porque si yo voy a estar completamente desalineado con lo que va a ser mi vida personal es imposible que lo sostenga.
Intento que se hagan esas preguntas y se enfrenten a ellos mismos. Después, que empiecen a alinearse a nivel profesional, porque cuando tienes esos valores puedes empezar a definir la misión de la empresa, desgranar la parte de visión y empezar a bajar. Hay que comenzar de arriba abajo. Lo primero es un tema más aspiracional o de visión.
¿Tú por qué quisiste emprender siendo tan joven y carne de cañón para multinacionales de aquí o incluso de fuera?
Empecé a emprender casi accidentalmente. Siempre he sido una persona inquieta, muy curiosa, pero no tenía ciertas capacidades que he podido desarrollar con el tiempo para saber cómo ejecutar de una mejor manera. Inicialmente fue gracias a mi entorno, mi familia, mis amigos, algún hermano mayor que me inspiraba y empecé a hacer pequeños proyectos. Comencé con 16 años y a los 18 ya monté la primera empresa.
Fue pura curiosidad y aprendizaje propio. En Bachillerato empecé a hacer cosas, y luego después de algunas experiencias en empresas descubrí que lo que me motiva mucho es el tema de ONGs, ayudar y devolver. Empecé a entender que, con lo que yo sabía, la mejor manera de influir era montar empresas para ganar más capacidad y poder impactar más. Ahí comencén a ser consciente de lo que tenía que hacer.
¿Te irías a una multinacional?
Actualmente no. Desde luego ahora creo que tengo el mejor equipo que se puede tener, tenemos una cosa que es muy importante que es la independencia de tomar nuestras decisiones e ir a la isla que nosotros queremos definir, y por la que estamos peleando. He colaborado con multinacionales y creo que tienen cosas muy buenas, tienen procesos, cultura y aprendes mucho. La dimensión de los proyectos es otra liga y no descarto colaborar de alguna otra manera a futuro si el reto y la forma de gestionar están alineados.
¿Es cierto lo de la soledad del CEO?
Sí, sí es cierto. Por la responsabilidad, pero es muy bonito. No lo cambiaría por nada, porque creo que es mi manera de contribuir. No lo quiero desvirtuar ni que se malinterprete: es duro, es solitario y hay momentos de sombra, pero hay una frase que me gusta mucho: “Cuanto más cerca de la luz más grandes son las sombras”.
Es bonito tener la capacidad de enfrentarte a ti mismo para tener ese momento de lucidez que ayuda a la toma de decisiones. También es complejo, porque tomas decisiones solo, a veces sin apoyo, e intentando hacerlo de la mejor manera posible y con ética.
¿Algún truco?
Yo lo que hago es preguntarme: si esta decisión mañana se filtra a mi familia, a mis amigos, a mi equipo y a la gente que quiero… ¿Me va a dar vergüenza? ¿Estaré orgulloso? Y eso me ayuda a dirigir un poco la aguja, porque parto de la ética. El resto es gestión.
¿Y da miedo?
A veces (risas). Da miedo a nivel personal y a nivel profesional, porque tenemos que tener la humildad de saber que nos queda mucho por recorrer y por aprender. Sobre todo, que hay puntos que no sabemos que no sabemos y eso es lo que a mí, más que miedo, me da respeto. Intentas tomar las decisiones más adecuadas con la información disponible, pero hay variables que no controlas. Luego hay otra parte que es muy humana y es que el estado emocional te afecta.
Llama la atención tu edad. ¿En algún caso ha sido una barrera?
Creo que sí pero, sinceramente, no me importa. Yo puedo accionar lo que puedo accionar y lo que no, lo tengo que aceptar. Entiendo que en promedio la gente asocie la edad a ciertos grados de experiencia. En mi caso particular, sobre todo hace más años cuando empecé, que era muy joven, sí que me encontré alguna barrera, pero también a gente que eso lo valoraba y me ayudaba. He visto las dos cosas, barreras, pero también refuerzos. La edad para mi no tiene nada que ver con el conocimiento.
¿Qué es más, 20 años haciendo lo mismo en un trabajo o diez haciendo cosas distintas? En mi caso, también porque me considero una persona optimista, he sabido aprovechar algunas de las circunstancias que he tenido para intentar ganar una herramienta más para mi mochila. Mi clave ha sido la gente que ha confiado.
En Estados Unidos hay más cultura del fracaso, puedes emprender y fracasar sin llevar una etiqueta para siempre.
Yo he cerrado empresas, la primera la cerré con 21 años. He tenido aprendizajes, he acertado en algunas cosas y en otras he aprendido, pero he cerrado empresas y no pasa nada y lo digo con honestidad. Sí que creo que, por lo que yo conozco, en España no se premia igual ni se potencia el mismo modelo de que tu puedes fallar pero aprender.
Creo que hay que ser muy honesto, porque si no estamos frustrando a la gente. Hay una parte de mentalidad y hay que entender el ecosistema que tenemos aquí. Hay muchos factores que lo hacen más retador, partiendo desde el tamaño del mercado, siguiendo por la cultura y yendo hasta partes tan claves como puede ser el régimen fiscal o legal.
En España si no haces las cosas bien tienes un problema del que respondes con tu patrimonio presente y futuro. Es muy importante saber a qué juegas y los riesgos. Lo digo porque hay que ser conscientes, pero soy un ferviente defensor del emprendimiento, por supuesto.
¿Hay un componente de mentalidad cultural?
La mentalidad norteamericana es de ganadores, pero me quedo mil veces con España. Estamos en el mejor país del mundo, aunque hay cosas que mejorar, sí. Con la mentalidad de ganadores se asumen riesgos, pero también se aprende y te expones al dolor.
En España no somos así y no se mira así. También hay una cultura que dificulta el emprendimiento, porque no hay una cultura de inversión, ni el Estado lo fomenta ni se enseña. Yo estudié Administración y Dirección de Empresas y no sabía montar una empresa, y eso que ya había montado una empresa.
¿En la parte tecnológica, que ahora es tu fuerte, eres autodidacta?
Podríamos decir que sí pero me han ayudado mucho sobre todo mis socios, he aprendido mucho de ellos. También he ido a competiciones, a certámenes. Tengo algunos cursos incluso los gratuitos, que algunas universidades tienen liberados, pero soy financiero y no ingeniero. Lo que yo quería era el conocimiento.
A continuación, voy a repetir dos frases que te he escuchado para profundizar en ellas: “Tengo buena gente buena”.
Sí, es de mis favoritas. Es que lo más importante es que tengo gente con valores cerca y en la que confío y encima, que eso ya es la élite, son unos genios en lo suyo.
“No se pueden hacer rascacielos para una panadería”.
Esto es más una recomendación desde el punto de vista de estrategia. Creo que a veces se sobredimensiona y no se es del todo honesto cuando se hacen determinados planteamientos para un proyecto, entonces siempre digo que primero hay que saber qué queremos resolver y para qué, porque si yo quiero una panadería te hago un piso no te hago un rascacielos. Siempre intento hacer que la gente se cuestione para qué lo voy a hacer. No hay que consumir recursos innecesarios porque los recursos son energía. Tenemos que gestionar con responsabilidad.
¿Vivir para trabajar o trabajar para vivir?
Me encantaría decirte que trabajar para vivir, pero entiendo que pueden haber etapas en las que no es así y tenemos responsabilidades y prioridades diferentes. En mi caso, quiero trabajar para vivir, pero hay semanas que sin querer tengo una carga muy grande de trabajo porque tengo un viaje y ahí estoy viviendo para trabajar.
Tenemos que tener claro que el trabajo es solo una faceta de la vida. Para mí es importante porque me realiza, me reta, me motiva y me hace parte de la persona que soy, pero no es lo más importante. Nadie me va a recordar en mi vida, espero, por ser alguien que te hacía un excel magnífico.
¿Cómo te gustaría que te recordaran?
Me gustaría que me recordaran por ser una persona de palabra, que sumaba que escuchaba… Es muy importante la huella emocional que dejamos. Esa huella positiva y duradera en la sociedad es la clave y eso no se hace solo trabajando, eso lo consigues sumando también otras facetas.
¿Están la media de las empresas españolas preparadas para usar IA y blockchain?
Iría por sectores, pero de media diría que no. La IA y el blockchain se ponen al servicio solo en determinados casos. Lo primero es digitalizar correctamente y mejorar pequeños procesos que las harán más competitivas. Tenemos que dar herramientas sencillas a las empresas, para que en su día a día puedan ser más competitivas. Todavía queda mucho desarrollo. Hay mucha oportunidad.
Quizás sea un prejuicio, pero me da la sensación de que blockchain es humo, marketing.
En mi opinión, creo que en muchos casos es humo, es marketing. Blockchain solo tiene sentido en entornos de desconfianza digital. Ese sí es un orden de magnitud de mejora cuando aplica. Todo lo que no sea eso, para mí no tiene mucho sentido. Para nosotros, el enorme grueso de nuestro trabajo es inteligencia artificial o proyectos de datos o de software. Blockchain vemos todavía menos volumen de proyectos
Por ejemplo ¿en cadena de suministro y comercio exterior?
Veo menos encaje si hay una parte física que tú la puedes tocar, salvo que esté totalmente estanco. Ahí para mí no tiene tanto sentido, porque puedes meter el mejor dato de la historia falseando el sistema inmutable.
Yo le veo sentido en transacciones, movimientos bancarios y en entornos digitales donde haya desconfianza. Creo que a largo plazo será una capa más dentro de las opciones que se ofrezcan.
¿A quién cederías el relevo de esta entrevista?
A dos personas que admiro, respeto y aprecio mucho. Las dos suman un factor de juventud no ligado a experiencia: Paula Carsi de la Concepcion, directora de Innovación de Ford Motor Company Europa. Y Cristina Aleixendri Muñoz, COO de bound4blue, una emprendedora con unos valores que no te puedo ni describir. Ambas tienen una cabeza muy privilegiada. Soy compañero de ellas en Qvixote, un grupo organizado por Bernabé Gutiérrez sobre los líderes españoles del mañana y sin duda ambas son increíbles ejemplos de valores y talento.
Fotos: Olga Vallejo
Espacio: La Parra Coworking
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